La familia de Christy recibió ayuda tras un accidente
Christy Nash tiene la casa llena. Vive con su marido y sus dos hijos, junto con dos amigos de toda la vida ("como hermanos") y la hija de un amigo íntimo que necesitaba ayuda. Cuanto más hablas con Christy, más te das cuenta de que es el tipo de amiga que acogería a tu hijo en un momento de necesidad. Christy lleva casi 25 años trabajando en hostelería y afirma que "siempre me ha gustado trabajar en lugares donde la gente va a pasárselo bien. Me hace feliz formar parte de la experiencia de otra persona".
Además de su pasión por la comida y la bebida, Christy es licenciada en bioquímica. Trabajó en su campo de estudio durante unos años mientras desempeñaba un trabajo secundario como camarera. El trabajo de laboratorio le resultaba solitario y optó por volver a trabajar a tiempo completo en el sector servicios, donde podía estar rodeada de gente. Desde hace varios años es supervisora de bar en un cine y le encanta su trabajo. Cuando se describe a sí misma, Christy dice: "Soy adicta al trabajo y siempre estoy trabajando. Si alguna vez necesitan una mano extra, soy la que se ofrece voluntaria para entrar".
Todos los adultos de la casa de Christy trabajan en hostelería, pero ella es el sostén de la familia. Por eso fue aún más devastador cuando fue atropellada por un conductor ebrio cuando volvía a casa del trabajo en julio de 2019. El otro conductor se incorporó a su carril e impactó contra su vehículo, rompiéndole el hueso orbital de la cara y lesionándole la rodilla y el brazo izquierdos. De repente, y sin tener culpa alguna, se vio lesionada e incapacitada para trabajar.
Christy necesitó recuperarse durante tres meses, así que, durante ese tiempo, optó por hacer pedidos de licores y gestionar el inventario desde casa -sin cobrar- porque consideraba que era importante para el éxito del negocio. También le dio un sentido de propósito. Sus compañeros de trabajo le enviaban fotos y capturas de pantalla del inventario, y ella estaba al tanto de los grandes estrenos de cine y otros acontecimientos especiales en el cine para poder hacer pedidos a sus siete representantes de bebidas alcohólicas. Christy no sólo va a trabajar por un sueldo, sino porque le importa lo que hace y las relaciones que ha forjado.
Sin sueldo, Christy se encontraba en una situación difícil. Las facturas del alquiler, el agua, el gas y la electricidad no iban a esperar, y Christy solía pagar la mayor parte de los gastos de su hogar. Como les ocurre a muchos trabajadores del sector alimentario, no tenía reservas de efectivo.
Christy contó su situación a uno de sus representantes de bebidas alcohólicas, quien a su vez le habló de Giving Kitchen. Se puso en contacto con GK y rellenó una solicitud de ayuda. "Fue pan comido. Sólo tuve que reunir mis facturas y entregárselas a mi asistente social... sentí como si los cheques estuvieran en mis manos en cuestión de minutos y mis facturas estuvieran pagadas... No quería que alguien me diera dinero en efectivo sin más. Giving Kitchen pagaba las facturas directamente a mis servicios públicos y a mi casero, y eso me quitó mucha presión de encima". Sin esa ayuda, toda su familia se habría visto obligada a mudarse. "Habríamos tenido que buscar otro lugar donde vivir, y eso es imposible porque tienes que tener más dinero cuando necesitas mudarte porque tienes que tener un depósito, y no sé qué habríamos hecho".
Christy recibió dos meses de ayuda económica de Giving Kitchen, lo que alivió parte de su estrés para que pudiera centrarse en su recuperación. No sólo se estaba recuperando de lesiones físicas, sino que también tuvo que superar muchos miedos. Durante un tiempo le daba pánico conducir, sobre todo de noche. Como ella misma dice: "Lo estaba haciendo todo bien. Y esta persona entró en mi 'zona de seguridad al volante'... Nunca nadie me había quitado la capacidad de conducir a la defensiva de esa manera, cuando no había nada que pudiera hacer para evitarlo". Se sentía inestable -física, emocional, económicamente- pero dijo: "Giving Kitchen da estabilidad en tiempos inestables".
Ahora Christy vuelve a conducir y se ha recuperado físicamente. "Aparte del dolor en la cara -y todavía algunos problemas con la rodilla y muchas cicatrices- estoy bien. Me he recuperado totalmente". Pudo volver al trabajo. "Volví sin problemas a mi trabajo, y me encanta mi trabajo... Les estoy agradecida por haberme guardado el puesto".
Christy lleva su pulsera azul y naranja Giving Kitchen allá donde va, esperando que la gente le pregunte por ella, ¡y así es! Sabe que si no hubiera sido por aquella conversación casual con su representante de bebidas alcohólicas, quizá nunca habría oído hablar de Giving Kitchen y "estaría en una situación muy diferente".
Christy usaba tanto su pulsera GK que al final se rompió, pero enseguida se puso en contacto con ella para pedir otra. "Quiero que todo el mundo sepa lo que hacéis", escribió. Se ha convertido en una rama del árbol de Giving Kitchen, de la que brotan más ramas con cada persona a la que cuenta su historia para que Giving Kitchen pueda dar estabilidad a quienes la necesitan.
Giving Kitchen estuvo ahí para Christy cuando más nos necesitaba, y GK estará aquí para otros trabajadores del sector alimentario como ella en el futuro. Apóyalos donando hoy mismo a Giving Kitchen .